Capítulo 3
Desperté de golpe cuando sentí un dolor punzante en la
parte baja de la espalda. Moví mis manos mirando al alrededor aun aturdido,
escuchando el sonido de cadenas cerca de la cabeza. Giré mi rostro hacia arriba
y vi con sorpresa que mis manos estaban atadas a unas cadenas que pasaban por
una argolla pegada a la pared. Fue entonces cuando salí de mi aturdimiento
notando que estaba sobre la cama con las manos amarradas hacia arriba y mis
piernas separadas por una barra con cada punta atada a los tobillos de mis
piernas por unas esposas de cuero.
Escuché una risa proveniente de una esquina, haciendo
que volteara en esa dirección. El pelirrojo estaba sentado en el sillón con las
piernas abiertas y su cabeza apoyada en sus codos.
-
Al fin vuelves a la vida pequeño – dijo con tono burlón
haciendo que me ruborizara del enojo.
-
¡¿Qué pretendes?! ¡Suéltame, ahora! – demandé moviendo
mi cuerpo, tirándome hacia adelante. Fue entonces cuando sentí algo moverse
entre mis piernas. Mire hacia abajo asustado. ¡Tenía algo metido en mi trasero!
– ¡AH! – grité al sentir como comenzaba a vibrar de repente, asustándome – ¡¿QUÉ?!
¡¿QUÉ ES?! – grité mirando al pelirrojo sintiendo mi cara arder. Hyukjae alzó una mano hacia mí, parándose del sillón,
mostrándome un diminuto control remoto. Apretó un botón, sonriendo, haciendo
que mi cuerpo se retorciera. La vibración se había vuelto más intensa y lo que
estuviera enterrado ahí se comenzaba a retorcer – ¡DETENTE! – grité al borde de
las lágrimas.
-
¿Qué sucede? – preguntó burlón – ¿acaso no te gusta?
Es mi mejor juguete – dijo sentándose a mi lado en la cama, metiendo su mano
entre mis piernas llegando hasta el objeto.
-
¡No! ¡Basta! – arqueé mi espalda sintiendo como su
mano movía el aparato, simulando una penetración. Cerré los ojos y de mi boca salió
un jadeo. Mi cuerpo temblaba por la estimulación que estaba recibiendo y no
podía dejar de gemir.
-
Sabía que no podrías resistir al encanto de mi juguete
– escuché decir al pelirrojo. Pero yo ya estaba con los sentidos aturdidos
nuevamente.
Levante mis caderas, echando mi cabeza hacia atrás
cuando el aparato golpeó algo en mi interior. Sentí un hormigueo recorrerme las
piernas y el vientre, concentrándose en mi miembro que ya estaba despierto,
cuando nuevamente el aparato volvió a dar con ese punto un par de veces más. Cerré
los ojos con fuerza, llegando a ver puntitos de colores. Sentía mi piel arder y
unas gotitas de sudor corrieron por mi frente. No había notado que tenía la
boca abierta hasta que sentí unos dedos dentro de ella, empujando mi lengua.
-
Chupa – escuché cerca de mi oído y sin pensarlo mucho cerré
la boca un poco y comencé a succionar. El aparato seguía moviéndose en mi
interior, haciendo que jadeara babeando aquellos dedos dentro de mi boca.
Estaba perdido. – aprendes rápido – la voz del pelirrojo me provocaba
escalofríos. Seguí gimiendo arqueando mi espalda. Mi cuerpo estaba cubierto de
sudor y mi miembro latía con cada penetración de ese aparato dentro de mí.
De pronto, su mano se alejó de mi boca y de mi cuerpo,
dejándome sobre la cama temblando. El aparato seguía vibrando en mi interior,
pero ya no recibía el estímulo que me hacía ver las estrellas cada vez que
golpeaba ese punto en específico. Miré al pelirrojo expectante. Mi voluntad se
había doblegado casi al completo al ser
traicionado por las sensaciones que experimentaba mi cuerpo por primera vez. Y
eso el sádico de Hyukjae lo sabía.
-
Tranquilo, ahora viene la mejor parte – dijo
sonriendo. Yo no le quitaba los ojos de encima, estaba demasiado cansado como
para hacer otra cosa.
Con un movimiento rápido se quitó la playera tirándola
sobre el sillón, dejando su torso fibroso al desnudo. Sus pantalones seguían
desabrochados y observé con miedo como su mano bajaba hasta su entrepierna,
delineando su miembro erguido por encima del pantalón.
-
Ahora – dijo lamiéndose los labios – ahora serás mío –
sonrió con sorna, caminando hacia la cama.
-
No… no por favor – gimoteé intentando alejarme de él,
pero sus manos me sostuvieron con fuerza, girándome sobre la cama para quedar
boca abajo. Grité al sentir el tirón en mis brazos. – ¡BASTA! ¡POR FAVOR! –
grité girando la cabeza hacia un lado para mirarlo, él ya estaba sobre la cama
con los pantalones abajo, hasta sus muslos y su erección a la vista – Por
favor… - rogué una vez más comenzando a llorar. Si esto ocurría, mi vida como
beta seria consumada y ya no tendría escapatoria.
-
¿Qué? ¿No fui lo suficientemente gentil? – exclamó el
pelirrojo, alzando la voz – ¡podría haberte tomado sin si quiera prepararte
antes y lo sabes! ¡Ahora eres mío! ¡Mi juguete! ¡Y harás lo que yo quiera cada
vez que yo quiera! – gritó cerca de mi cuello, tomando mis caderas para alzar
mi trasero hasta su altura. Volví a gimotear sin poder detener las lágrimas. No
quería ser violado, no quería ser rebajado a ser un esclavo sexual toda mi
vida. No quería.
Reuní el valor suficiente como para comenzar a
retorcerme en la cama, pegándole una patada al pelirrojo que lo hizo casi caer
por el borde. Me moví hasta el respaldo, encogiéndome lo que mis piernas me
permitieran, afirmándome de la cadena que sujetaban mis manos dispuesto a tirar
patadas nuevamente si el pelirrojo se acercaba.
-
¿Sabes? – escuché la voz del pelirrojo, ronca y
tranquila – por lo general nunca utilizo mis manos para castigar a mis betas –
dijo alzándose sobre la cama, volviendo a hincarse sobre ésta a unos
centímetros de mi – ¡pero por ser tu primera vez, hare una excepción! – con un
movimiento de su mano atrapó mi tobillo y tiró de mi hacia abajo, no dándome
tiempo para hacer otra cosa más que revolcarme y gritar en la cama intentando
zafarme de su agarre.
Me dejó boca abajo nuevamente, sentándose sobre mis
pantorrillas, quitándome toda posibilidad de moverme para alejarme de él.
-
¡¡NO!! – grité en cuanto sentí el primer golpe en mi
trasero. Su mano volvió a pegarme, esta vez más fuerte y al otro lado. El peso
de su mano dolía. Era un dolor aún más penetrante que cuando me azotó con la
varilla – ¡BASTA! – grité cuando 3 cachetadas más me azotaron las nalgas.
Pero el pelirrojo parecía ignorarme y sólo me siguió
golpeando sin parar hasta dejar mi trasero rojo y caliente con sus dedos
marcados en cada lado. Sentía mis nalgas arder y ya no podía dejar de llorar
por el dolor.
-
Ahora bien, si vuelves a comportarte de esa manera te
azotaré hasta que se me caiga la mano – dijo tomando mis caderas y levantándose
de sobre mis pantorrillas, volvió a colocarme en posición. El aparato hace mucho
ya había desaparecido de dentro de mí.
Hundí la cara en la almohada sin parar de llorar,
cuando sentí la punta del miembro del pelirrojo presionar en mi entrada. Lloré aún
más alto, mientras el pene de Hyukjae se abría paso en mi interior de forma lenta
hasta entrar por completo. Mi cuerpo tuvo un espasmo, haciendo que apretara los
músculos y de inmediato me puse a temblar.
Mi miembro colgaba endurecido entre mis piernas. Era
enfermizo pensar que todo esto hacía que mi cuerpo reaccionara de forma
placentera. No llevaba más que unas horas bajo las órdenes de Hyukjae y ya una
vez me había corrido en la boca de otro beta mientras éste me azotaba sin
parar. Y ahora, luego de dejar mi trasero rojo como un tomate, mi miembro
estaba duro y dispuesto a ceder a sus flagelaciones.
-
Ah… por favor… – gemí saliendo de mis pensamientos en
cuanto Hyukjae comenzó a moverse de forma lenta, entrando y saliendo de mi
interior, sintiendo como mi recto se acomodaba a su miembro cada vez que me
penetraba.
El pelirrojo me sostuvo con más fuerza de las caderas,
moviendo su cuerpo de forma circular antes de volver a penetrarme.
-
¡¡AH!! – grité echando mi cabeza hacia atrás, había
dado en ese punto nuevamente.
-
Sí, así… – jadeó el pelirrojo volviendo a embestir
contra ese punto, esta vez con más fuerza, tirando mi cuerpo hacia adelante con
su efusividad.
Aceleró el ritmo de las embestidas, haciendo que
chocara contra el respaldo de la cama cada vez que me penetraba con fuerza. Me
sostuve de las cadenas, bajando mi cabeza, mirando con morbo por entre mis
piernas cada movimiento que el pelirrojo hacia contra mí. Mi miembro temblaba y
comenzaba a botar líquido blanco por la punta.
Un golpe sobre mi trasero me hizo levantar la cabeza
mirando hacia atrás asustado. Hyukjae sonreía y su mano volvió a darme un azote
que me hizo gritar, apretando mis músculos alrededor de su miembro. Eso lo hizo
gemir, penetrándome aún más fuerte, con estocadas aún más profundas. Un dolor
me atravesó la columna, haciendo que cayera sobre la cama aun con mi trasero al
aire. Sentí líquido bajar por entre mis piernas y el miembro del pelirrojo se movía
más rápido en mi interior.
-
Mierda, estás más apretado ahora – gimió Hyukjae,
tirando su cuerpo hacia adelante, acostándose sobre mi sin dejar de mover sus
caderas contra mí – vamos, córrete mi pequeño beta – susurró sobre mi oído. Sus
manos bajaron hasta mi entrepierna y llegaron hasta mi pene. Jadeé contra la
almohada al sentir sus dedos fríos recorrer desde la base hasta la punta,
siguiendo un movimiento rápido, como el ritmo de sus embestidas.
Con una mano me sostenía abrazado a él y con la otra
me tocaba el pene, embistiéndome contra la cama hasta que no di más.
Grité, echando mi cabeza hacia atrás, arqueando mi
espalda, sintiendo como la punta de mi pene explotaba, liberando ese líquido blanco y caliente, manchándolo todo. El
pelirrojo se enterró contra mí un par de veces más hasta que se tensó,
apretándome contra él gruñendo en mi oído. Sentí algo caliente llenando mi
interior, desbordándose por entre nuestra unión y bajando por mis piernas.
Colapsamos sobre la cama, él aun dentro de mí,
sosteniéndome a su lado y respirando con dificultad sobre mi oído.
-
Ahora si eres mío – fue lo último que escuché antes de
caer inconsciente, vencido por el sueño y por el orgasmo más potente de mi
corta existencia.
-
Hyukjae salió de su habitación vistiendo su uniforme
del instituto privado al que asistía. A pesar de que era su cumpleaños, no
podía faltar a clases, menos aun cuando ya estaban a mitad de año y comenzando
con las pruebas.
Siwon se acercó a su lado de forma sumisa,
arreglándole la corbata y camisa para dejar todo en orden.
Había pasado casi toda la mañana con su nuevo Beta y
no había notado el paso del tiempo. Eso era una buena señal. Siempre que se perdía
dentro de sus juegos era porque el Beta que tenía a su disposición era
entretenido.
Bajó las escaleras hasta el primer piso, seguido de cerca
por Siwon.
Antes de salir de la casa fue donde vivían los Betas,
había dado órdenes específicas para que cuidaran a Donghae. Se le había pasado
la mano un poco con él. Pero no pudo evitarlo. El pequeño había sacado ese lado
más sádico de Hyukjae, haciéndole ocupar su propia mano para castigarlo de
forma severa. Y eso le había encantado.
Caminó por el sendero de piedras hasta llegar a la
puerta de la casona, un sirviente la abrió de inmediato dejándolo pasar y otro
se le acercó haciendo una pequeña reverencia.
-
¿Cómo está? – preguntó siguiendo al sirviente, quien
lo guió por los pasillos hasta llegar al cuarto donde tenían los cuidados
intensivos.
-
Bien, bien – respondió el sirviente sonriendo
emocionado – estará inconsciente un par de horas más ya que tuvimos que
sedarlo. En cuanto sintió que alguien lo tocaba reaccionó de forma violenta –
Hyukjae rio ante aquel comentario.
Llegaron frente a una cama en donde Donghae dormía
boca abajo. Su trasero aún estaba con marcas rojas por todo el rededor y podían
notarse la marca de los dedos del pelirrojo en algunas zonas, sobre todo cerca
de sus muslos donde la carne era más suave.
-
La hemorragia que sufrió es algo normal al haber sido
su primera vez, pero no hay nada de qué preocuparse. Ya fue desinfectado,
bañado y perfumado. Le dimos unos medicamentos para el dolor y en la noche será
trasladado hasta su habitación asignada en donde se le dará de comer junto a
sus demás Betas, Amo. – Agachó la cabeza luego de explicar todo de forma
detallada - Será un buen Beta para usted Amo. – Hyukjae asintió de forma inconsciente,
había escuchado a penas lo que el sirviente le decía, estaba demasiado
concentrado mirando el cuerpo durmiente de su nuevo Beta. Se veía tan tranquilo
e inocente recostado ahí. Despertaba la lujuria en Hyukjae, sobre todo cuando
recordaba la forma en que se defendía y luego rogaba para que no le hiciera
nada.
Su padre tenía razón, era perfecto para él.
-
Ejem, ¿Amo? – llamó Siwon, haciendo que el pelirrojo
lo mirara no muy feliz al ser interrumpido – Lo siento Amo, pero ya es hora –
dijo bajando la cabeza para no enojar aún más a Hyukjae. El pelirrojo soltó un
bufido de molestia cruzándose de brazos. Era en momentos así en los que odiaba
asistir aun al instituto. Pero ya solo quedaba ese año y al fin seria libre.
-
Bien, vamos – dijo, mirando por última vez el cuerpo
dormido de Donghae con una sonrisa.
El viaje al instituto pasó de forma monótona, subir al
automóvil, sentarse junto a la ventana y mirar las calles de siempre. No era
nada fuera de lo que hacía diariamente. Siwon estacionó en el apartado reservado
para la familia Lee y bajó de forma rápida para abrir la puerta de su amo.
Era común que los estudiantes de aquel instituto
llevaran sus mayordomos a clases. Después de todo era un colegio sólo para
Alfas Elite.
El pelirrojo tomó su maletín de la mano de Siwon y
caminó hasta su salón de clases, saludando a algunos de sus compañeros al
pasar. Algunos también traían a sus Beta al instituto para jugar con ellos en
sus horas de recreo y también para hacer apuestas. Eso también era algo común aunque
a Hyukjae no le gustaba practicarlo. El solo pensar en otra persona tocando
algo suyo le enfurecía.
-
Hey, sexy – Hyukjae volteó al escuchar la voz familiar
de su amigo Kyuhyun a su espalda, sintiendo el brazo del más alto colgándose de
su hombro de inmediato. – llegas tarde – le recriminó haciendo una mueca.
-
No. Yo nunca llego tarde – refutó el pelirrojo
sonriendo – Estoy justo a tiempo, así que dame mi regalo – le ordenó estirando
sus manos hacia su amigo que dejó de abrazarlo de inmediato, soltando una
carcajada.
-
Siempre igual, nunca cambias – dijo Kyuhyun aun
riendo. Estiró su mano hacia el lado, recibiendo una caja alargada de su
mayordomo, Changmin. – Toma, feliz cumpleaños – sonrió entregándole la caja
negra y una gran cinta plateada.
Hyukjae la tomó no muy convencido. No tenía ninguna
marca en especial como para adivinar cuál era su contenido. Tiró de la cinta y
abrió la tapa mirando incrédulo su interior.
-
¿No te gusta? Lo mande a hacer especialmente solo para
ti – dijo Kyuhyun acercándose a su amigo. Hyukjae sacó el vibrador de la caja,
notando algo en específico. Sus mejillas se enrojecieron al instante – Así es,
es el modelo de mi pene, así te entretienes jugando solito cuando no estoy a tu
lado – rio el moreno, soltando una carcajada más fuerte cuando Hyukjae tiró el
vibrador dentro de la caja y se la lanzó a su amigo.
-
¡Imbécil! – le gritó, empujándolo hacia el lado para
caminar al salón. Una sola vez había cedido el control a otra persona, una sola
vez y eso lo iba a perseguir por el resto de su vida.
-
¡Oh vamos! ¡Hyukkie! ¡No te pongas así, es un regalo
hecho de corazón! – exclamó su amigo, trotando un poco para alcanzar al
pelirrojo antes de que llegara a su clase. – Hyuk-
-
¡Cállate! ¡Esto no es chistoso! – volvió a gritar,
soltándose del agarre de Kyuhyun, quien lo había tomado del brazo. – ¡puedes ir
y meterte tu regalo por el culo! ¡A ti te hace falta! ¡Imbécil! – siguió su
camino hecho una furia.
Entró al salón de clases y se sentó en su puesto
dejando el maletín sobre la mesa. Kyuhyun entró también, era terco así que no
se daría por vencido tan fácil.
-
Oye, que no fue para tanto ¿eh? – dijo sentándose en
el puesto al lado de Hyukjae. – oye, mírame – pidió, tocando apenas su brazo
por si nuevamente le daba por gritarle. El pelirrojo se giró con el ceño
fruncido, mirando a su amigo a los ojos.
-
Eres un imbécil – repitió cruzándose de brazos,
corriendo la mirada.
-
¡Era sólo una broma! Pensé que te causaría gracia, ya
sabes, por lo que pasó esa vez- Hyukjae se puso de pie al instante, tomando el
cuello de la camisa de Kyuhyun, dejando caer su puño cerrado en su boca,
mandándolo de espalda al suelo con un solo golpe.
-
¡Dije que te calles! – lo miró desde arriba con la
respiración acelerada.
Todos en el salón dejaron de hacer lo que hacían para
prestar atención a la pelea. Era algo que no pasaba siempre, pero cuando ocurría,
Hyukjae y Kyuhyun se peleaban a muerte.
Kyuhyun se puso de pie pateando una mesa, mirando al
pelirrojo de forma despectiva. Pero no pasó de ahí. Se fue hasta otro puesto
del salón y se dejó caer sobre la silla, acomodándose el uniforme. Hyukjae
también hizo lo mismo en su puesto y un silencio tenso se creó en el ambiente.
Por suerte el profesor de la primera clase entró al salón, comenzando así el día
en el instituto.
-
El aroma a carne rostizada y papas cocidas junto con
el dulce aroma a frutilla hizo que abriera mis ojos lentamente, parpadeando un
par de veces. Miré a mí alrededor, un poco aturdido. Lo último que recordaba
era la cara de un viejo colocándome una inyección en el brazo y luego todo era
negro.
Me hinqué de golpe sobre la cama, arrepintiéndome al
instante. Mi trasero dolía como los mil demonios. Lo sentía arder como si
estuviera en llamas. Estaba sobre un colchón en el suelo, cubierto con una
sábana suave y una almohada esponjosa. Cerca de mi habían otros dos colchones más
con las mismas características, los 3 estaban pegados en cada pared de la
habitación que no era muy grande, pero si lo suficiente como para que cupieran
3 colchones sin problemas.
-
¡Hola! – Me sobresalté al escuchar una voz a mi
espalda, me giré cayendo sentado sobre el colchón, maldiciendo nuevamente por
maltratar mí ya lastimado trasero – lo siento, ¿te asuste? – preguntó aquel
joven que había estado con conmigo en el salón de juegos de Hyukjae. Sentí mi
cara enrojecer de inmediato recordando lo que la boca de ese joven había hecho
con mi pene – Soy Sungmin y parece que me recuerdas – rio divertido ante mi
reacción. – ven, trajeron comida para ti también y es mejor si la comes
mientras esta caliente – dijo haciendo un gesto para que lo siguiera.
Gateé hasta donde estaban los platos de comida
dispuestos sobre una mesa de patas cortas. Había otro Beta ya comiendo su plato
de comida, sin si quiera mirarme. Igualmente lo saludé moviendo la cabeza.
-
No te preocupes por Junsu, no habla mucho, así que
espero que tú si hables para no aburrirme tanto todos los días – dijo el
pelinegro tomando su pote de arroz para comenzar a comer.
Lo imité tomando el pote de arroz frente a mí,
acomodándome en el suelo de una forma un tanto incómoda para que mi trasero no
doliera tanto.
Tragué el primer bocado de arroz sintiéndolo
delicioso. No había probado comida digerible desde hace 2 días completos. Me metí
un pedazo de carne a la boca junto con más arroz, masticando y tragando, tosiendo
un poco.
-
Hey, relájate, no te robaremos la comida – rio Sungmin
golpeándome suavemente la espalda
-
Lo siento – toco pegándome en el pecho – hace mucho
que no comía algo sólido. - El pelinegro asintió sonriéndome. Se veía amable, a
pesar de haberme hecho aquello no se veía incomodo conmigo a su lado.
Comí un poco más, tomando un buen trago de jugo de
frutillas, suspirando de gusto. Esto si era comida.
-
De verdad no habías comido nada al parecer – comentó
Sungmin sin dejar de reír. Le sonreí también sobándome el estómago, ya no podía
comer más. – te llamas Donghae ¿verdad? – asentí nuevamente, golpeándome un
poco el pecho – Te ves joven, ¿qué edad tienes? – preguntó girándose un poco
para ponerme atención.
-
17 – mentí sin saber bien por qué. Creo que la
vergüenza de apenas haber cumplido la primera mayoría de edad y estar en esta
situación volvía lentamente a mí.
-
Ya – respondió el pelinegro no muy convencido – ¿y
hace cuánto eres Beta? – alzó una ceja expectante. Bufé bajando la vista, fue
ahí cuando noté con sorpresa que Sungmin estaba igual de desnudo que yo, sólo
que su pene estaba erguido igual que cuando entró a la habitación de Hyukjae.
Ahogué un gritito de sorpresa tapándome la boca, alejándome de él de inmediato.
Escuché la risa del otro Beta rubio que seguía
comiendo sin si quiera mirarme.
-
Eres un novato – dijo echándose un pedazo de carne a
la boca, aun riéndose de mí.
-
Cállate! Tú no sabes nada de mí! – le grité alejándome
más y arrastrándome hasta el colchón.
-
Junsu, no seas pesado – lo reprimió Sungmin. Luego se giró
hacia mí, acercándose un poco – está bien, no tienes por qué mentir. La verdad
es que se te nota que no tienes experiencia, pero ¡hey! No pongas esa cara. Es
bueno que no la tengas. El Amo te apreciara mucho más por eso – dijo sonriendo.
Lo miré enojado. ¿Qué me interesaba a mí que Hyukjae me apreciara más por mi
inexperiencia? Lo único que quería era largarme de ahí.
Me acomodé en el colchón abrazando las piernas hacia
mi cuerpo. Aun sentía el cuerpo extraño y un poco adolorido, sin contar mi
trasero que no dejaba de doler.
-
Donghae, no sacas nada con ponerte así. La vida de los
Betas está destinada a servir a los Alfa por siempre. – su tono sonaba
nostálgico, pero no de forma triste – mi familia siempre ha servido a Alfas de
Elite. Quizás en un comienzo puede parecer algo duro, pero conforme vas
aprendiendo lo que a tu Amo le gusta, terminas disfrutándolo tanto como él –
dijo sonriéndome.
Tenía ganas de gritarle. De golpearlo y decir que yo
no era un estúpido Beta como él. Pero en las condiciones que me encontraba
ahora no podía hacerlo. Por culpa de mi padre había terminado aquí, rebajado a
la clase más detestable de esta sociedad.
-
Sungmin ni te desgastes con él. ¿Acaso no ves con el desprecio
que te mira? – la voz del Beta rubio me hizo alzar la cabeza – se nota que no
eres de familia Beta como nosotros, niñito. – dijo con una mueca burlona – pero
¿sabes qué? Ahora no importa si naciste en una cuna de oro o que tu familia
fuera Alfa originalmente. Ahora eres un puto Beta como nosotros – sonrió
limpiándose las manos con una servilleta – ¿Y sabes que es lo mejor? Que no
importa cuánto te niegues. Ahora eres la putita de nuestro Amo y él va a
machacar ese orgullo tan grande que tienes haciéndolo polvo a base de nalgadas
y latigazos. – pasó una mano por su pelo, sin dejar de mirarme con furia. Yo lo
miraba de igual forma.
Ni muerto aceptaría mi destino. Lucharía hasta el
final para ser libre aunque eso me costara la vida.
Sungmin me miraba preocupado pero sin decir palabra
alguna. Al parecer Junsu, a pesar de ser callado, era más observador que el
pelinegro y había dado en el clavo al decir que yo venía de la clase Alfa.
Debía tener cuidado con él de ahora en adelante.
El cerrojo de la puerta de la habitación sonó,
chirriando un poco al ser abierta.
Entraron 2 sirvientes levantando la mesa del suelo
para llevársela y un tercer sirviente entro detrás de los primeros dos mirándome.
-
Vamos, tenemos que prepararte – dijo tomándome del
brazo, apretando con fuerza pero sin llegar a dejar marca. Me dio un tirón que
me hizo caer de rodillas al suelo.
-
¡NO! – grité tirándome hacia atrás, negándome a volver
a salir. Ahora no habían barras que me sujetaran, ni cadenas que me inmovilizaran.
Podía pelear.
El sirviente rio divertido, sacando un látigo de su
cinturón, desenvolviéndolo con un movimiento de su muñeca. El sonido del cuero
me hizo dar un pequeño salto cerrando los ojos. Me coloqué tenso de inmediato
recordando el dolor que provocaba ser azotado. El sirviente aprovechó que me
distraje para levantarme del suelo y con un empujón ya me tenía sobre el hombro
con mi cabeza colgando en su espalda, cargándome cual saco de papas fuera de la
habitación. Vi a Junsu haciéndome un gesto de adiós con la mano y la cara de
preocupación de Sungmin antes de que la puerta fuera cerrada y me llevaran a
enfrentar un nuevo calvario.
-
Hyukjae se tiró sobre el sillón de la habitación de
juegos soltándose la corbata del uniforme. Había tirado sobre la cama su
maletín y la caja que le regaló Kyuhyun aquella tarde. La miró con los ojos
entrecerrados, masajeándose la cien de forma circular.
Su relación con Kyuhyun era complicada. Demasiado
complicada.
Sus padres eran rivales de compañía, tanto marítima
como prestamista. Por lo tanto, se esperaba que sus hijos siguieran sus pasos.
Pero Hyukjae no podía. No del todo al menos.
Desde pequeño sintió una pequeña atracción hacia el
menor de los Cho, llevándolo a acercarse a él y ser amigos. Cosa que sus padres
desaprobaron en un comienzo, pero luego lo miraron con otros ojos. Mientras más
amigos, más provecho se le podía sacar a la otra familia.
Ya de mayor, en una noche de juerga, le confesó de
forma física lo que sentía por él. Entregándose de cuerpo y alma al hasta ese
entonces su compañero de juegos. Cedió el control por primera vez. Ese que su
padre tanto le enseñó a manejar y a no dejar que nadie más lo tomara por él.
Fue la primera y última vez que Hyukjae abrió su
corazón a otra persona. Pero para Kyuhyun sólo fue una noche divertida junto a
su mejor amigo que se pasó de copas. Nada más. Según lo que conversaron al otro
día.
Hyukjae se sintió devastado. Le había entregado algo
preciado a su amigo y para éste sólo había sido otro juego más.
Desde entonces el pelirrojo comenzó a comportarse de
forma diferente. Ya no dejaría que nadie más influyera en su vida de la forma
en que Kyuhyun influía en su momento. Ni tampoco dejaría que otra persona
tomara el control.
Se volvió frio y manipulador. Sacando el mejor
provecho de los Beta que su padre compraba para él. Era la única forma de
calmar esa ansia que nacía en su interior cada vez que recordaba lo que había
hecho con Kyuhyun esa noche.
Porque, para que mentirse, aun sentía algo por su
amigo a pesar de los años que habían pasado.
Escuchó golpes en la puerta, sacándolo de sus
pensamientos. Esta se abrió y unos pasos pesados ingresaron a la habitación.
Hyukjae oyó unos gritos ahogados a su espalda y se puso de pie.
Uno de los sirvientes ingresó a la habitación,
cargando a Donghae amordazado al hombro. El pelirrojo frunció el ceño caminando
hasta donde el tipo dejó al joven Beta en el suelo sin mucho cuidado. El
sirviente en cuanto vio a Hyukjae le hizo una reverencia, pero no alcanzó a
realizarla completa cuando la mano del pelirrojo le cruzó la cara de una
cachetada.
-
¡Imbécil! ¿Quién te dio permiso para tratar así a mi
Beta? – alzó la voz furioso. Odiaba que amordazaran a sus Beta y más aún que
les dejaran marcas cuando los trataban. Él era el único con derecho a hacerlo.
– ¡Fuera de aquí! – ordenó indicándole la puerta.
El sirviente, mucho más alto y corpulento que el
pelirrojo, agachó la cabeza de forma sumisa, caminando hasta la puerta y
saliendo por ésta, cerrándola suavemente.
Volvió su vista hasta el pequeño que lo miraba
sorprendido, agachándose un poco para quitarle la mordaza que tenía en la boca,
chasqueando la lengua al sacarla por completo. Le había dejado una fea marca en
las mejillas. Paso sus dedos por las marcas, sonriendo un poco.
-
Déjame adivinar, intentaste morderlo, ¿verdad? – sonrió
más abiertamente, dejando caer la mordaza al suelo sin importarle donde cayera.
-
¡Es un maldito bruto! – Donghae escupió, algo del paño
de la mordaza aún quedaba en su boca – ¡¿todos son unos sádicos aquí acaso?! ¡Suéltame!
– gritó en cuanto Hyukjae lo tomó del collar para sujetarlo – ¡Suéltame! ¡¡No!!
¡Basta! – gritó y pataleó intentando soltarse del agarre. Pero Hyukjae era más
fuerte.
El pelirrojo lo arrastró hasta dejarlo de pie frente
al sillón, en donde se sentó, tirando a Donghae para que cayera recostado de estómago
en su regazo con las piernas colgando, su torso apoyado sobre el brazo del sillón
y su trasero a disposición. Las manos del menor estaban amarradas a su espalda,
así que debía mantener el equilibrio con su torso sobre las piernas de Hyukjae.
-
Parece que no te bastó con el castigo de la mañana –
el pelirrojo sonrió, pasando su mano derecha por las nalgas de Donghae,
acariciándolas con lentitud. El menor se revolvió sobre sus piernas, perdiendo
el equilibrio levemente, pero Hyukjae lo tomó de la nuca, manteniéndolo
afirmado y en posición – ¡quieto! – ordenó empujando la cabeza de Donghae hacia
abajo.
-
¡Suéltame! ¡Suéltame! ¡Déjame tranquilo! – gritaba
Donghae sin dejar de moverse, hasta que la primera cachetada cayó de forma seca
– ¡¡AHHH!! ¡¡NO!! ¡BASTA! – nuevamente Hyukjae azotó el trasero del castaño con
su mano, golpeándolo de forma rápida y fuerte. El cuerpo del pequeño se movió
hacia adelante con el impacto, intentando huir, pero la otra mano del pelirrojo
seguía firme en la nuca de Donghae – ¡Basta! ¡Por favor! – rogó comenzando a
llorar. 4 nuevos golpes cayeron en cada nalga de forma consecutiva. Donghae
lloraba de dolor por cada golpe que recibía, sintiendo su cuerpo sudar y su
trasero arder de dolor. – por favor… – gimoteó recibiendo otra cachetada.
-
Me encanta cuando ruegas – murmuro el pelirrojo
suspirando – es música para mis oídos – rio, dando un nuevo golpe, escuchando como
Donghae gemía y su cuerpo reaccionaba sacudiéndose hacia adelante.
El trasero del menor estaba rojo y la mano de Hyukjae
hormigueaba cada vez que lo golpeaba.
Había pasado bastante tiempo desde que castigó a
alguien de esa manera. Ahora siempre ocupaba los látigos o fustas, pero Donghae
despertaba en él algo más intenso. Necesitaba ocupar sus manos con el menor
para poder dominarlo.
Lo azotó unas 10 veces más, con toda su fuerza,
castigando la piel del menor y liberando su frustración del día con él.
Donghae lloraba desconsolado, ya no podía rogar más.
Su garganta tan solo emitía gemidos de dolor. Estaba agotado con la cabeza
agacha. Ya no era necesario que Hyukjae lo sostuviera, se había rendido.
El pelirrojo pasó su mano por la espalda del menor,
disfrutando de su piel tan suave e intacta, imaginando la infinidad de marcas
que podría dejar contra esa piel tan delicada.
Estiró su brazo hacia el costado, abriendo el cajón de
una pequeña mesa que estaba al lado del sillón, sacando un frasco redondo.
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¿Hey, puedes moverte? – preguntó al menor, recibiendo
un quejido en respuesta.
Bufó haciendo una mueca, dejando la crema sobre la
mesa.
Desató las manos de Donghae y estas cayeron a sus
costados como peso muerto. Tomó una de las argollas del collar del menor con la
mano, tirando hacia arriba, haciéndolo reaccionar. Metió ambos brazos por
debajo del cuerpo del castaño, levantándolo con cuidado de sobre él, poniéndose
de pie y parando al menor que gimió de dolor, doblando sus piernas.
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¡Hey hey! ¡Arriba! – ordenó con suavidad, agarrándolo de
los costados, abrazándolo hacia él. Lo tomó en brazos, levantándolo sin
problemas del suelo y lo llevó a la cama. Donghae gruñó en cuanto sintió la
tela de cama sobre su cuerpo, colocándose de lado de inmediato. – Eso, date la
vuelta y muéstrame ese hermoso trasero – dijo el pelirrojo en tono burlón. Si
Donghae no estuviese tan agotado, le habría respondido pero a cambio sólo gimoteó.
Hyukjae destapó el frasco que contenía una crema
refrescante y se sentó en la cama, untando una buena cantidad en el trasero
escocido del menor. Se reía mientras frotaba aquel ungüento, mirando como
Donghae poco a poco reaccionaba.
Fin capítulo.
1 comentario:
:c y seguire esperando continuación
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