I.
Donghae
camina cabizbajo por los pasillos de instituto, sujetando con fuerza los libros
que llevaba en sus manos, apretándolos contra su pecho. Eran su escudo, su arma
con la que se defendía cada vez que algún alumno intentaba pasarlo a llevar.
Pero
claro, eso era solo en su imaginación. La realidad era bastante diferente.
Con un
golpe seco en el hombro y un grito de “¡Córrete Engendro!” el castaño cae al
suelo, sus libros quedan desparramados en el resplandeciente piso del pasillo y
varias risas burlonas se escuchan a su alrededor.
Se puso
de pie de forma lenta, arreglando los lentes enormes, que cubrían más de la
mitad de su cara, sobre el tabique de la nariz, recogiendo sus libros de a uno,
notando que le faltaba el más importante. Su favorito no estaba.
Giro en
todas direcciones asustado, sintiendo un ataque de pánico comenzando a invadir
sus entrañas. Tiro de su chaleco negro, buscando un hilo suelto de donde
tomarlo, eso siempre le ayudaba al concentrarse en otra cosa. Pero ahora ni eso
encontraba.
-
Hey,
creo que esto es tuyo – se volteo rápido al escuchar esa voz en su espalda,
mirando el libro que sostenían frente a sus ojos. Lo arrebato de las manos de aquel
joven, sosteniéndolo contra su pecho y volviendo a respirar. Los colores pronto
regresaron a su rostro y su corazón latió con normalidad al aspirar el aroma
familiar de su libro favorito. – vaya, nunca había visto a alguien que amara
tanto un libro – Donghae levanto la mirada lentamente. Unas zapatillas de
marca, unos jeans desgastados en lugares específicos, una playera gris y
chaqueta de baseball negra encima y una sonrisa tan brillante como el sol. El
castaño pestañeo varias veces intentando mantener la mirada en esa boca con
dientes tan blancos. – Stephen King ¿verdad? – el joven apunto el libro que
Donghae sostenía, haciendo que este lo apretara más entre sus manos corriendo
su cuerpo hacia atrás – tranquilo, acabo de devolvértelo – su voz sonaba
divertida, pero no del tipo burlona a la que Donghae estaba acostumbrado – a mí
me gustó mucho Christine cuando lo leí, aunque la película no le hace justicia
– su risa sonaba agradable en los oídos de Donghae, dándole valor para levantar
el rostro y mirarlo otra vez.
-
Hey
Hyukjae, vamos! Llegaremos tarde! – el aludido se dio la vuelta mirando al
joven que lo llamaba un poco más allá. Donghae pego un pequeño brinco al ver la
mano del joven que le hablaba aparecer frente a su rostro.
-
Bueno
señor fanático de Mr. King, nos vemos – se despidió con una sonrisa que Donghae
apenas alcanzo a ver ya que nuevamente el pánico se apoderaba de él al sentir
la mano del joven sobre su hombro, dándole unas palmadas antes de irse
corriendo hacia sus amigos.
El
castaño corrió en sentido contrario, dando la vuelta en una esquina y metiéndose
al baño. Abrió uno de los cubículos encerrándose en el, se sentó bajando la
tapa del inodoro, dejándose caer con una mano sobre el corazón.
Lee
Hyukjae le había hablado.
Y no
solo le había hablado. ¡También le gustaba Stephen King!
Sus
manos temblaban sosteniendo su libro favorito, dejándolo sobre sus piernas, mirándolo
con adoración.
A Lee
Hyukjae le gustaba Christine. Una buena novela a su parecer, pero no la mejor
desde su punto de vista. Aun así, el tan solo saber aquello hacia que su corazón
latiera como loco.
Abrió su
mochila sacando una carpeta en donde guardaba –escondía- un cuaderno tapa dura,
volteando las hojas de forma brusca. Pasando a llevar algunos recortes y
papeles que estaban pegados en cada hoja con colores fosforescentes para
resaltar algunas anotaciones.
Encontró
una hoja en especial, tomando un lápiz de los que guardaba dentro de la carpeta
y comenzó a anotar.
20 de Marzo
“Hyukjae - Stephen King, Christine. Vio
película y no le gusto. A mí tampoco me gusta la verdad, así que tenemos eso en
común”
Miro lo
que acababa de anotar riendo nervioso, pensando en que más había ocurrido.
“Me llamó fanático de Mr. King”
Escribió
soltando el lápiz. Hyukjae le había puesto un sobrenombre.
“Su mano toco mi hombro”
Comenzó
a reír mas fuerte, mordiéndose los dedos y moviendo las piernas, pataleando
ligeramente.
-
Oh
Hyukkie… - murmuro acariciando la hoja donde recién había escrito. En una
esquina tenia pegado una cinta transparente con una goma de mascar en el medio.
Había una flecha apuntando la goma de mascar “menta limón - 10 de Marzo”.
Más
abajo había un pedazo de papel, pegado con cinta transparente, con unas rayas
de lápiz azul y negro. Otra flecha le apuntaba “15 de Marzo – Su lápiz azul no funcionaba, lo cambio por uno negro que
le presto Sungmin. Odio a Sungmin!”.
Cerró el
cuaderno abrazándolo a su cuerpo. Eran sus recuerdos y tesoros con Hyukjae.
Esos que había comenzado a coleccionar desde hace un año. La primera vez que se
fijó en el rubio.
Abrió el
cuaderno en la primera hoja, con el primer recuerdo. Había una bandita manchada
con sangre, pegada con cinta transparente. La flecha que la apuntaba decía “10 de Mayo – Rojo como la ira y tibio como
los rayos del sol”.
Sonrió
acariciando la bandita por sobre la cinta transparente, meciéndose en el inodoro.
Hyukjae era el único que podía entenderlo. Eso lo supo desde aquella vez que
comenzó a recolectar los tesoros. Necesitaba estar con él. Necesitaba todo de
él.
Lo
amaba.
Sí, lo
amaba. Tanto que no podía soportar el estar lejos de él ni un segundo más.
Hyukjae
necesitaba estar a su lado. Así el mundo al fin entendería el por qué Donghae
hacia lo que hacía.
Cerró el
cuaderno y metió todo dentro de la carpeta que volvió a guardar dentro de su
mochila.
Pronto
sería el cumpleaños de Hyukjae y debía llevar a cabo su plan antes de esa fecha
para que todo saliera perfecto. Estaba en contra del reloj y solo faltaban
algunos detalles que afinar para el día que se había fijado.
Hyukjae
estaría a su lado al fin y nadie nunca los podría separar.
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