Capitulo 1
Abrí
los ojos sintiendo mi espalda helada. Me había quedado dormido en el suelo de
piedra luego de llorar toda la mañana.
Estaba
solo en la celda a la que nos trasladaron de madrugada, después de que
allanaron nuestra casa y nos sacaron a la rastra de ella. Mis padres fueron tirados
junto conmigo a esta fría prisión para que momentos después se los llevaran
amarrados como animales.
No
pude despedirme como era debido de mi madre. Era la que más me preocupaba. Ella
siempre estuvo acostumbrada a una vida tranquila, sin sobre saltos, rodeada de
lujos. Ahora, por culpa de la ambición de mi padre, seria vendida en una
subasta. Al menos tenía el consuelo de que no era una subasta pública. Solo podían
entrar personas alfa a ella, así no acabaría en cualquier casa como una simple
sirvienta.
Unos
pasos en el pasillo me ponen en alerta. Quizás sea mi turno esta vez. Por lo
que escuche de las otras celdas, se llevaría a cabo otra subasta privada, solo
para la elite de los alfa.
Un
tipo alto de contextura gruesa y barba parecida a la de los vikingos abrió la
reja de mi celda con una gran sonrisa adornando su tosco rostro. Detrás de él
apareció un joven alto, rubio y con rostro un poco afeminado. Tenía una
chaqueta de cuero que le llegaba a los talones, una camisa gris ligeramente
abierta y pantalones negros. También sonrió al verme, enseñándome una varilla
de madera que tenía en las manos.
-
Desvístelo
– le ordeno al tipo que había abierto la puerta en cuanto entro. Él de
inmediato obedeció. Retrocedí gateando asustado al ver que se acercaba. Me
apegue a la pared sintiéndome acorralado. Tomo mis hombros con fuerza y luego
de un tirón me abrió la camisa.
Me
levantó del suelo apegándome a la pared, colocando su ante brazo sobre mi
cuello. Afirmando mis manos con la suya, tirándolas hacia delante. Me queje de
dolor. Prácticamente me estaba ahorcando.
-
No
seas tan bruto! – le dijo el joven golpeándole la cabeza con la varilla de
madera. El tipo dejo de hacer presión. Comencé a toser en busca de más aire. Lo
miré enojado, casi gruñendo. – eres muy lindo! – exclamo el joven rubio
emocionado. Se acerco aun mas colocando esa varilla bajo mi mentón, examinando
mi rostro con detenimiento. – creo que pagaran bastante para tener un beta en
entrenamiento como tu – abrí los ojos asustado.
-
Un
beta?! – grite asustado. él me miro enojado y de la nada me dio una cachetada.
A pesar de que se veía delgado y femenino, tenía mucha fuerza. Su cachetada me
volteo el rostro por el impacto.
-
Silencio!!
– exclamo llevando un dedo a sus labios – eres un beta ahora. Si nadie te pide
hablar, tu no dirás una palabra – lo miré unos segundos respirando de forma
agitada. Nadie me dijo nada sobre ser un beta en entrenamiento.
Todos
sabían lo que significaba ser un beta. Renunciabas a ser considerado una
persona. Tan solo eras un animal, o menos que eso, que solo sirve para
satisfacer los deseos sexuales de otros.
Pero
yo había nacido dentro de los alfa. Aquí había un error.
-
No
puedo ser un beta! – dije asustado, recibiendo otra cachetada aun más fuerte.
Me dejo aturdido por unos segundos y con lágrimas visibles en mis ojos.
-
Mi
niño – dice el rubio con voz melosa – acaso no sabes las reglas de esta
sociedad? – pregunta sorprendido – tu familia cayó en desgracia, todos tus
bienes fueron vendidos y luego tus padres fueron subastados para ser
sirvientes. Aun que tu madre servía para ser un beta en entrenamiento como tú, pero
por su edad fue considerada como sirvienta. En cambio tú – acerco una mano
hasta mi rostro, tocando mi mejilla que ardía por culpa de su cachetada – tu
eres perfecto para ser beta. Hasta cumples con la edad requerida para ser
vendido! Aun que es una lástima – suspira corriendo la mirada – si fueras un
par de años menor, te habrías quedado conmigo para entrenarte yo mismo – se
acerca aun mas hablándome al oído. – nos hubiésemos divertido muchísimo. – se
aleja sonriendo para luego hacer un gesto con las manos.
El
sujeto grande termino de desvestirme por completo. En unos segundos quede
desnudo y pegado a la pared con las manos amarradas a la espalda con una soga.
Me
puse a gritar temiendo lo peor. Dos cachetadas más cruzaron mi rostro. Mi
visión se nublo unos segundos a causa de las lágrimas y el dolor que me
provocaron. No podía dejar de sollozar.
-
Tendremos
que ponerle un bozal – opino el tipo que parecía vikingo. Tenía una voz ronca y
pastosa.
-
Arruinaría
su belleza – contesto el joven pensativo – además, se portará bien ahora.
Verdad precioso? – pregunto quitando un par de mechones de mi rostro. Aproveche
ese descuido para morderle la mano – mierda!! – grito empujándome hacia atrás,
el vikingo me sostuvo para que no me cayera.
-
Te
lo dije, este pequeñajo es una bestia – dijo el tipo grande afirmándome con
fuerza para que no me moviera, se escuchaba en su voz que la situación le
divertía. El chico rubio me miro enojado.
-
Ponlo
en posición. – ordenó sacándose la chaqueta y un bolso que llevaba cruzado.
El
otro tipo me afirmo de un hombro y con una zancadilla hizo que me hincara en el
suelo. Aun tenía las manos amarradas a la espalda. Ahogue mi sollozo
mordiéndome el labio inferior.
Me
sostuvo del pelo de la nuca, echando mi cabeza hacia atrás, para inmovilizarme
mientras el joven rubio pasaba una especie de aceite por mi cuerpo con un aroma
agradable. Untó con sus suaves manos cada centímetro de mi piel, colocando
especial atención en mi miembro que también lubrico con ese aceite. Me queje al
sentir un extraño calor que inundaba mis sentidos. El rubio se detuvo y me
observo con detenimiento.
-
No
me digas que… - puso un dedo en su mentón, dejándolo brillante por el aceite –
bájalo. – ordeno con voz seria.
El
vikingo hizo que bajara mi torso hasta tocar el suelo con mi frente,
sosteniendo mis muñecas que estaban amarradas sobre mi espalda con fuerza. Con
sus pies abrió aun más mis piernas. Intente resistirme a esta humillación
quejándome sin abrir la boca por estar así de expuesto, pero era inútil.
Sentí
como el joven camino alrededor, rodeándome para colocarse detrás de mí.
-
No
te atrevas a tocarme!! – reclame gruñendo desde el suelo. El vikingo apretó aun
más mi rostro contra el suelo.
Con
una mano abierta, el joven rubio agarro una de mis nalgas, apretándola con
fuerza. Un quejido algo inusual salió de mi boca, asustándome. Ese extraño
calor estaba volviendo.
La
mano que sostenía mi glúteo derecho lo separo del izquierdo. Moví mis caderas
hacia delante, intentando alejarme. El vikingo pego más aun mi cabeza al suelo
a modo de castigo.
Sentí
un dedo haciendo círculos alrededor de mi ano, dándome escalofríos. La punta
del índice se metió dentro. Contraje los músculos soltando un quejido. Una
puntada de dolor me atravesó por la repentina invasión. De inmediato ese dedo
fue removido y el rubio se puso de pie.
-
Eres
virgen! – exclamo sorprendido. Mi cabeza fue levantada del suelo de un tirón
por la nuca. – vales más de lo que pensé pequeño. Ganare mucho contigo. – dice
sonriendo.
Volvió
su vista hasta su bolso que estaba abierto y comenzó a sacar unas trabas que
dejaba en el suelo frente a mí.
-
Como
eres virgen, no podre prepararte como es debido. Aun así, la elite lo entenderá
– decía mientras sacaba las cosas. Decidí ignorar lo que ocurría.
Seria
vendido como beta a algún viejo pervertido y este me violaría o quizás que
otras barbaridades haría conmigo.
Ser
un beta es lo peor que te puede pasar. Mas a mí que recién había alcanzado la
edad legal en esta sociedad.
Me
puse a llorar nuevamente, pero de rabia, maldiciendo a mi padre por su obsesiva
ambición que nos condeno a todos al peor castigo.
Maniataron
mis piernas con unas correas de cuero, uniendo una con la otra con una cadena
de nomas de treinta centímetros. Desataron mis manos para luego amarrarlas
delante de igual forma, solo que en el centro de la cadena pusieron candado
dorado unido con otra cadena más larga que paso por entremedio de mis piernas.
Sentí otro click y supe por un tirón que le dieron a la cadena que mis manos y
pies estaban unidos por ella.
Me colocaron en cuatro nuevamente. El rubio pasó
un collar por mi cuello que tenía varios aros.
-
Listo
precioso, ahora vamos para que me hagas rico – dijo burlón, tironeándome del
cuello al agarrar uno de los aros. Me sentí impotente y aun más humillado.
Tendría
que caminar a gatas ya que las cadenas eran demasiado cortas como para ponerme
de pie.
Sentí
su risa burlona al verme tan sometido. Con un par de cachetadas no había tenido
suficiente. Pero sentía mis mejillas enrojecidas y calientes.
Comenzó
a guardar las cosas en su bolso. Seguro que tendría que ir a otra celda a
preparar a un nuevo beta para la subasta.
Me
sentía como un trozo de carne, listo para ser exhibido para su venta en la
carnicería del pueblo.
El
sonido de un click cerca de mi oído me hizo volver a la realidad. Una larga
tira de cuero pasó frente a mis ojos. Un fuerte tirón de aquella correa lanzo
mi cuerpo hacia delante, indicándome que me pusiera en marcha.
Como
temí, tenía que avanzar a cuatro patas.
Me
resistí forcejeando un poco hincándome en el suelo, echándome hacia atrás. Era
demasiado humillante, más aun al estar maniatado de esta manera.
El
rubio se giro a mirarme furioso. Cerré los ojos apretados, haciendo una mueca,
esperando a recibir otra cachetada. Pero nunca llegó.
Escuche
el sonido de algo desenrollándose.
Abrí
los ojos al sentir el primer golpe en mis muslos, pasando a llevar mi miembro.
Apenas si me dio tiempo de asimilar el dolor cuando un segundo golpe cayó en mi
abdomen.
-
Eres
un beta ahora, camina si no quieres que te deje todo el cuerpo de un hermoso
color rosa – dijo serio, tirando de la correa una vez más, colocándome en
cuatro patas. – si quieres llorar, hazlo. Puedes gemir, llorar y sollozar todo
lo que quieras. Pero jamás te revelaras ante alguien que tiene más rango que
tu. No hablaras a menos que se te pida hacerlo y no harás nada que no merezca
un castigo severo.
-
Déjame
en paz! Yo no soy un beta! Mi padre y madre son alfa! no puedo ser vendido como
un esclavo! – reclame furioso, tomando la cadena que tenia atada al cuello para
tironearla. El chico rubio volvió a usar su correa, golpeándome la espalda un
par de veces. Intente cubrirme como pude ya que siguió soltando su correa
contra mí. – basta!! – grite con lagrimas en mis ojos. El dolor era
insoportable.
-
Sera
mejor que te comportes, niñito – dijo tomándome el rostro con la mano,
apretando sus dedos contra mis mejillas – no me gustaría poner un horrible
bozal en tu dulce boquita - dijo con voz melosa – así que asume tu posición de una vez y olvida
que fuiste alfa. eso ya es historia – me soltó de golpe, empujándome hacia
atrás. Me afirme como pude para no golpearme - ahora camina antes de que te
castigue con más fuerza! – tiro de la cadena haciendo que me colocara en posición
para comenzar a caminar.
Jamás
en mi vida me habían golpeado antes, ni si quiera mis padres, menos aun con una
correa. Ellos apenas sabían cómo regañarme cuando hacia algo mal. Esta nueva
clase de castigo era de cierta forma fascinante. Mi cuerpo reaccionaba de una
forma que me desconcertaba por completo y a la vez me causaba un terror
espeluznante. Era la primera vez que experimentaba el dolor físico y
psicológico.
El
rubio volvió a usar la correa, golpeándome el trasero. Mantuve los labios
apretados para no gritar de dolor. Sus golpes con la correa eran incluso más
fuertes que los que daba con la mano.
Sentía
que mi piel ardía en cada lugar que golpeaba.
Se
puso en marcha nuevamente llevándome a su lado. Gateando como un perro
siguiendo a su amo que iba de paseo.
Nuevamente
sentí la correa sobre las pantorrillas.
Me
queje con los labios apretados sin dejar de moverme por el suelo de piedra. Él
se reía disfrutando de la situación.
No
solo lo habían enviado a prepararme con las amarras, también lo enviaron a
doblegar mi voluntad. Y era un experto en esto. Se notaba por su forma de actuar
y su tono de voz al hablar.
Abrieron
otras celdas mientras pasábamos a su lado. Y de ellas salieron otros betas que
ya estaban preparados de una forma parecida a la mía, solo que sin tantas
amarras y cadenas.
Todos
al salir de su encierro se acercaron, gateando rápidamente, hasta los pies del
joven rubio. Besaron sus botas con devoción y luego se fueron colocando a su
izquierda, formando una fila.
Solo
a mí me llevaba con una correa sujeto a su mano.
El
que besaran sus botas denotaba su alto rango comparado con el del vikingo, y el
que todos los betas se doblegaban a su voluntad sin decir una palabra me dejaba
sorprendido. Iban gateando en silencio mientras avanzábamos por el húmedo
pasillo.
Yo
era el único que lloraba de forma sonora y sin poder contenerme. De vez en cuando
llegaba un correazo a mis pantorrillas o trasero, solo para mantenerme en
movimiento. Como asegurándose que no volviera a revelarme.
Llegamos
hasta una gran puerta de madera.
El
vikingo se apresuro en abrirla hacia afuera después de introducir una gran
llave en la cerradura.
El
sonido de muchas voces llego hasta nosotros, asustándome. Intente retraerme, pero
el rubio tiro fuerte de la correa que sostenía, haciendo que avanzara junto a
él.
Salimos
del oscuro pasillo a una sala iluminada con un alto tejado de color blanco.
Mis
manos y rodillas agradecieron momentáneamente el contacto con una mullida
alfombra de color burdeo. Ya estaba comenzando a rasparme las piernas con las
piedras.
Avanzamos
hasta una escalera donde nos detuvimos. Estábamos en un segundo piso. Desde
allí pude ver las mesas dispuestas con pequeños carteles con números sobre
ellas, varios alfa estaban sentados alrededor de ellas conversando de forma
animada. No era un gran número de personas. No cualquiera puede ser un alfa de
la elite. Vi que en un rincón se encontraba un gran escenario blanco, bien
iluminado. Al centro de este había una plataforma giratoria del mismo color.
Sentí
otro tirón en el collar y comencé a bajar las escaleras muerto de miedo. Detrás
de mi venia la pequeña procesión de 6 betas que serian subastados junto
conmigo.
Los
rostros de todos los presentes se voltearon a mirarnos. Había llegado la
mercancía que los alfa elite estaban esperando. Varios sonrieron encantados con
lo que veían, otros no estaban muy conformes.
El
chico rubio nos hizo formar en una fila encarando al público, cerca de la
escalera. Le elite necesitaba estudiar la mercancía antes de comprarla.
Con
un último golpe sobre mi pecho desnudo el joven rubio se alejo de mí para ir a
atender las dudas que los magnates preguntarían acerca de la mercancía que
había traído para la subasta.
Me
mantuve quieto y arrodillado en mi posición, rogándole a todos los santos que
conocía para que pusieran mi vida en manos de alguien sádico que me asesinara a
la primera falta que cometiera. Prefería morir que ser usado como beta durante
toda mi vida.
Observe
alrededor de reojo, sin voltear la cabeza ya que eso sería considerado una
falta y seguro que el chico rubio no se cortaría al azotarme en publico. Algunos
de los betas tenían los ojos vendados y estaban en una posición más sumisa al
tener las manos en la nuca. Tuve que ahogar un gemido al ver que todos, sin
excepción, tenían sus órganos duramente erectos. El que colocaran sus manos en
la cabeza facilitaba la visión de sus cuerpos desnudos.
Junte
aun mas mis manos contra mi pecho, apretando mis piernas. A esto se refería el
tipo rubio al decir que no podría prepararme como los otros.
Cerré
los ojos intentando no ponerme a llorar otra vez.
Pasaron
unos minutos eternos llenos de murmullos de la gente que caminaba a mí
alrededor hasta que sentir un tirón de la correa que aun llevaba atada a los
aros que tenía en el collar del cuello.
Abrí
los ojos pensando que sería el tipo rubio que vendría a regañarme o algo, pero
era un señor de edad vestido con un elegante traje color gris que acentuaba el
color negro de su cabello. Me examino con cuidado, estudiando mi rostro y
cuerpo. Me avergoncé aun mas al ver como sonreía ante las reacciones de temor
que me inspiraba. Tiro otra vez del collar para que me pusiera en cuatro. Pero
me resistí a hacerlo ocasionando que él riera a carcajadas. Tiro de nuevo con más
fuerza logrando su propósito. Coloque ambas manos en el suelo, sintiéndome
indefenso ante él. Esperé a sentir sus manos sobre mi piel para escudriñarme más
a fondo, pero eso no paso. Soltó la correa dejando que cayera al suelo a un
lado de mi rostro. Me enderece al instante. El viejo volvía a sonreír
asintiendo.
Supe
por el destello de en sus ojos que sería él quien me compraría. Saco un papel
de su bolsillo y anoto algo en el. Estiro la mano un poco y de inmediato
apareció un hombre alto para tomarlo. Intercambiaron un par de palabras y luego
el viejo se marcho echándome una última ojeada antes de perderlo de vista por
completo entre la multitud.
************
Hyukjae
despertó esa mañana con los rayos del sol dándole directo en la cara,
reflejándose en su cabello rojo. Se quejo de forma sonora llevándose las mantas
hasta su rostro para cubrirlo de la luz, pero estas fueron arrebatadas de sus
manos de un suave tirón, destapándolo por completo.
Se
acurrucó de lado buscando refugio al taparse la cabeza con sus brazos. No le
gustaba despertar así cada mañana.
Una
mano agarro la suya con fuerza y de apoco lo fue levantando de la cama
dejándolo sentado en el centro con un puchero en el rostro.
-
Yah~!
– dijo enojado, acentuando ese puchero. Miro hacia todos lados con ojos
somnolientos.
-
Lo
siento amo, pero tiene que levantarse – dijo una voz suave y educada a su lado.
Hyukjae
giro un poco para mirarlo con los ojos entrecerrados. Bufo resignado asintiendo,
aun no despertaba del todo. Levanto los brazos.
-
Qué
hora es? – pregunto sintiendo que le quitaban la parte de arriba de su pijama.
-
Las
ocho. Se quedo hasta muy tarde jugando con sus betas en la sala de
entrenamiento – dijo de forma seria, con un poco de molestia en su tono de voz.
El pelirrojo alzo una ceja escudriñando el rostro del hombre alto de cabello
negro que tenía enfrente.
-
El
mayordomo Siwon esta celoso? – pregunto burlón, acercándose más a la orilla de
la cama.
-
Amo,
usted sabe que no tengo permitido mostrar mis sentimientos – dice corriendo la
mirada, levemente ruborizado. Hyukjae sonrió. Levanto una pierna y con suavidad
toco el miembro de su mayordomo con el empeine de su pie. Como supuso, estaba
duro como una roca.
El
moreno se quejo en un murmullo, colocándose aun más rojo al sentir la presión
del pie de Hyukjae sobre su miembro.
-
Sácame
los pantalones – ordeno lamiéndose los labios, retirando su pie para apoyarlo
sobre la cama.
Él
de inmediato obedeció. Se agacho un poco colocando las manos en la cintura del
pelirrojo. Bajo los pantalones dejando libre la dura verga de Hyukjae. Este volvió
a sonreír al ver la expresión que puso Siwon al encontrarse con “un viejo
amigo”
-
quiero
que la chupes – dijo acomodándose medio acostado sobre la cama, sosteniendo su
torso levantado con sus codos.
-
Pero
amo, no puedo – contesto Siwon asustado.
-
Es
una orden. O acaso ya olvidaste que mi palabra es absoluta? – lo miró enojado,
sentándose sobre la cama al ver que él no movía un musculo. – no me importa si
te ascendieron a sirviente, tu siempre harás lo que yo te diga – acerco una
mano hasta la entrepierna del moreno apretando su miembro, causando que este se
quejara cerrando los ojos. – quedo claro? – lo soltó volviendo a recostarse en
la cama. Siwon temblaba, más de deseo que de miedo.
El
padre de Hyukjae había subido de rango a Siwon, pasando de ser beta a sirviente
para terminar con la pelea que tenían sus hijos por él.
El
moreno tomó el miembro entre sus manos disfrutando de la sensación tan
familiar. Se agacho un poco, apoyando parte de su torso sobre la cama para
introducirlo dentro de su boca. Hyukjae echo la cabeza hacia atrás al sentir el
contacto con esa boca húmeda y cálida. La lengua recorrió toda la extensión
para luego volver a introducirlo dentro de su boca tomándolo de la base para
sujetarlo. Chupaba y lamia con avidez masajeando los testículos con su mano
izquierda. El pelirrojo jadeaba de forma descontrolada. Termino recostándose
por completo sobre la cama. La boca de Siwon hacia maravillas.
-
Ah…
Siwon… - gimoteaba cerrando los ojos de tanto placer – eres el mejor en esto…
ah… - volvía a gemir sintiendo ese hormigueo en el vientre que le indicaba que
pronto alcanzaría el clímax. Siwon chupaba la punta con fuerza, para luego
pasar la lengua, emitiendo sonidos bastante obscenos. Hyukjae gemía, sintiendo
su cuerpo arder. Levanto la cabeza unos segundos y se sentó de golpe sobre la
cama quitando a Siwon de entre sus piernas de una patada que lo mando al suelo.
-
Lee
Hyukjae!! Que mierda estás haciendo!! – grito Sora, su hermana, desde el marco
de la puerta. Caminó hasta entrar por completo a la habitación, quedando solo a
unos pasos de ellos.
Siwon
de inmediato se puso de pie, limpiándose disimuladamente la boca con el dorso
de la mano mientras Hyukjae se sentaba en el borde de la cama igual de enojado
que su hermana.
-
A
ti no te enseñaron modales? – preguntó el pelirrojo cruzándose de piernas y
brazos al escudriñar a su hermana mayor.
-
A
ti se te olvida que Siwon ya no es un beta? – remendó ella usando el mismo tono
de voz – tienes prohibido hacer estas cosas con él. Para eso papá te compró dos
betas nuevos cuando ascendieron a Siwon a sirviente – decía Sora gesticulando
con las manos. Hyukjae movía la boca haciendo muecas de burla mientras su
hermana hablaba – sabes muy bien que los sirvientes tienen un rango muy
diferente a los betas. Ellos no son usados como juguetes sexuales. Para eso
tienes tus betas. Si quieres los llamo, así dejas de molestar a Siwon con tu
calentura. Por algo papá lo ascendió y-
-
Cállate
de una vez! – grito Hyukjae poniéndose de pie, no importándole el estar desnudo
frente a su hermana – es tu culpa que me arrebataran a Siwon! El era mi beta!
MIO! – exclamo molesto – pero tenias que llegar tu con tus quejas de inconformidad
a nuestro padre, pidiéndole que te entregara a Siwon a ti porque le darías
mejor uso!! – se paro frente a ella rojo de rabia. Sora lo miraba sin darse por
aludida.
-
Estabas
desperdiciando su talento – contesto ella retirando un mechón castaño de su
frente.
El
pelirrojo hizo un gesto de exasperación y se alejo de ella, caminando hacia uno
de sus armarios para sacar ropa, Siwon lo siguió de inmediato ya que ese era su
trabajo. Mientras los hermanos estaban discutiendo se mantuvo quieto con la
mirada en el suelo, sin mover un musculo.
-
Como
sea, el trabajo de Siwon no es satisfacerte sexualmente, él es solo tu
mayordomo personal. Nada más.
-
Dime
a que viniste y luego lárgate. No tengo ganas de escuchar tus sermones a esta
hora. – respondió Hyukjae de forma cortante mientras se ponía unos jeans negros
ayudado por Siwon.
-
Baja
a desayunar, te estamos esperando – dice sonriendo nuevamente. El pelirrojo se
volteo a mirarla casi incrédulo como queriendo decir “para eso interrumpes una
excelente mamada?” – recuerda que hoy es tu cumpleaños – la mueca del
pelirrojo se acentúa – y porque es tu cumpleaños le perdonaré esta falta a Siwon.
No le diré nada a nuestro padre, pero sí tienes que castigarlo para que no se
vuelva a repetir. – dijo cruzándose de brazos para mirar a su hermano.
Hyukjae
tomo el mentón de Siwon, que estaba ocupado pasando un cinturón por los ojales
de los jeans, levantando su rostro. Le gustaba la idea de los azotes y hace
tiempo que el moreno no recibía ninguno.
-
Está
bien. Será azotado 35 veces con la número 2 – dice el pelirrojo sonriendo.
Suelta el rostro de su mayordomo no sin antes acariciarlo levemente con sus
dedos. El moreno baja la vista obediente y sumiso, aceptando la orden.
-
Dejaré
que termines de vestirte tranquilo, pero baja pronto o te perderás de la
sorpresa – dice Sora recuperando su buen humor. Dejando a ambos jóvenes solos.
El
mayordomo sacó una playera blanca de cuello ancho, sin ningún estampado, para
que el pelirrojo se la pusiera. El blanco resaltaba aun más su color de pelo y
sus facciones afiladas. El pelirrojo dejó que se la colocara sin decir una
palabra.
Cuando
ya estuvo listo, se miro en el espejo acomodándose un poco el pelo. Observo a Siwon
por el reflejo. Estaba de pie a su espalda con las manos a cada lado de su
cuerpo y su mirada en el suelo. Siempre fue un beta muy obediente y le dolía el
haberlo perdido por culpa de la caprichosa de Sora. Aun que como ella dijo, tenía
dos betas nuevos, pero ninguno le gustaba tanto como llegó a gustarle Siwon. El
hecho de que fuera su primer beta le sumaba puntos.
Se
lo entregaron al cumplir los 15 años, edad legal para recibir uno, él ya había
pertenecido a otra familia alfa. Pero esta se fue a la quiebra y todos sus
bienes fueron rematados.
Su
padre acostumbraba a ir a estos remates y siempre encontraba “joyas” que
compraba y que valían la pena.
Siwon
tenía 20 años cuando llego a su familia y estaba más que entrenado. Hyukjae pasó
2 años aprendiendo con él a cómo manejar a los betas a la perfección.
Volviéndose un maestro en ello.
Tenía
el don de mando que se requería y la frialdad suficiente para azotarlos y
doblegar su voluntad por completo. Le gustaba hacerlo. Es por eso que el
pelirrojo siempre se encargaba de los castigos de todos los beta que habitaban
su casa. Y de vez en cuando de los sirvientes que necesitaban ser castigados
también por alguna falta.
Suspiró
de forma sonora antes de alejarse del espejo de cuerpo completo que ocupaba su
pared. Se encaminó hacia la puerta de su habitación seguido de cerca por su
mayordomo. Al menos tendría la satisfacción de castigarlo con sus propias manos
y sí que lo disfrutaría.
Bajo
las escaleras llegando al segundo piso. Ahí se encontraba uno de los comedores
de la familia, el privado que solo ellos ocupaban cuando estaban solo los 4
miembros que la formaban. Este estaba ubicado en el sector izquierdo del
segundo piso, abarcando la mayor parte de esa ala de la mansión.
Su
familia formaba parte de la elite de los alfa y su padre era un reconocido
empresario marítimo, en la parte legal. Ilegalmente operaba una pequeña empresa
de prestamistas que era bastante conocida en el “bajo mundo” llegando a tener
sucursales por varios lugares de ese país. Manejaba una doble vida a la perfección
y de paso le aseguraba un buen porvenir a su familia que no conocía de
necesidades monetarias.
La
empresa marítima fue heredada por parte de su abuelo para su padre, pero tenía demasiadas
deudas como para solo vivir de aquello, es por esto que comenzó un negocio
clandestino que hasta ahora manejaba. Sólo Hyukjae conocía de este negocio
alternativo que tenía su padre, ya que alguna día él tendría que hacerse cargo
de manejarlo.
Cuando
entro de lleno al comedor, vio que cada esquina estaba adornada con globos de
color plateado y azul. En una de las
esquinas estaban formados unos 10 sirvientes preparados para comenzar a servir
el desayuno en cuanto les indicaran. Todos hicieron una reverencia cuando
vieron a Hyukjae entrar.
Diviso
a su madre conversando con su hermana cerca de la ventana, ambas reían
alegremente así que decidió acercarse a ellas. Siwon se quedó en la puerta,
esperando.
-
Hijo!
– dijo su madre en cuanto lo vio – feliz cumpleaños querido – lo abrazo
ligeramente, dándole un pequeño beso en la mejilla – pensé que te habías
quedado dormido de nuevo.
-
Sora
se encargo de despertarme por completo – respondió el pelirrojo mirando a su
hermana. Esta se rio dándole un codazo.
-
Si
yo no voy, no hubieras bajado nunca querido hermano.
-
Ya
estamos listos. Sentémonos – dijo la madre sonriendo, encaminando a sus hijos
hacia la mesa.
3
sirvientes se acercaron a las sillas que ellos ocupaban corriéndolas para que
ellos se sentaran, ayudándoles a acomodarse. De inmediato comenzaron a servir
el pequeño banquete matutino que tomaban de desayuno. Mucha fruta de todo tipo,
jugo, tostadas, café, leche y cereal.
-
Y
papá? Está trabajando? – pregunto Hyukjae tomando una tostada para untarle
mantequilla. Su madre y hermana intercambiaron una mirada cómplice que no le
gusto para nada al pelirrojo.
-
Espera
y veras – dijo Sora poniéndose de pie de forma repentina, corriendo hasta la
puerta por donde traían las cosas de comer.
Una
gran torta sobre un carrito entro por ella, empujado por su padre que sonreía y
ya venía cantando el cumpleaños feliz. Hyukjae se sonrojo levemente ante este
gesto. Su padre siempre era bien demostrativo en su afecto, por eso no le
gustaba cuando sus hijos se peleaban.
Todos
los sirvientes hicieron coro cantando la canción que termino con muchos
aplausos.
El
pelirrojo soplo las velas, cerrando los ojos al pedir un deseo, causando otra
ronda de aplausos. Sora parecía la más feliz.
-
Feliz
cumpleaños hijo mío – dijo su padre acercándose para darle un cálido abrazo.
Hyukjae sonrió avergonzado.
-
Gracias
papá – susurro en los brazos de su progenitor sintiéndose feliz.
-
Ven,
vamos a buscar tu regalo – lo toma de la mano y comienza a caminar rumbo a la
puerta. Sora los seguía de cerca, al igual que Siwon.
Solo
la madre se quedo ahí sentada esperando a que volvieran, terminando de tomar
desayuno.
Bajaron
hasta el primer piso llegando hasta el ventanal que daba al gran jardín.
Salieron por esta caminando por una vereda de piedra que llegaba hasta una
casona de dos pisos en donde estaban las habitaciones de los beta, sin muebles
con paredes de cemento y piso de madera. En ella también dormían algunos
sirvientes que estaban encargados de el cuidado de los beta. Se preocupaban de
alimentarlos, bañarlos y curar sus heridas cuando a alguno se le pasaban la
mano con los castigos.
Dos
sirvientes salieron a recibirlos, abriendo las puertas para dejarlos entrar. De
inmediato varios sirvientes se pusieron en fila para recibir a los recién
llegados haciendo una profunda reverencia para saludarlos. El padre de Hyukjae
los saludo haciendo un gesto con la cabeza.
-
Como
esta? – pregunto el señor Lee al jefe de los sirvientes que llego hasta él. Era
un tipo viejo y canoso con rostro severo.
-
Durmiendo
señor Lee. El viaje lo dejo agotado – el padre de Hyukjae asintió sonriendo,
luego le hizo un gesto para que los guiara. Tomo a su hijo del brazo para que
caminara a su lado.
Atravesaron
una gran estancia donde se encontraban los baños con piso de madera en el
centro formando un camino que atravesaba toda la habitación. A cada lado había
piso de cemento con fuentes redondas y grandes de madera en donde los bañaban y
perfumaban. Habían seis por cada lado.
Pasando
aquello venia un largo pasillo con un par de puertas a cada lado. El mayordomo
los guio hasta la primera que era el salón de juegos privado de Hyukjae.
Abrió
la puerta dejándolos pasar primero.
En
el centro de la habitación había un joven recostado de lado, dándole la espalda
a la puerta. Tenía las manos atadas y se veía que el collar que llevaba puesto
también estaba atado a la pared que estaba frente a él. Hyukjae sonrió
ligeramente.
Su
piel se veía suave aun que tenía un par de marcas de correa en las pantorrillas
y trasero.
-
Este
es tu regalo – dice su padre tomándolo por el hombro.
-
Papá,
ya tengo dos betas, porque me compraste otro? – pregunto Hyukjae aun examinando
el cuerpo dormido con la mirada.
-
Este
no es cualquier beta, es un beta en entrenamiento. Su familia cayo en desgracia
unos meses después de cumpliera los 15 años. – informo su padre sonriendo – no
ha sido tocado por nadie. Esas marcas que le ves fueron hechas por el vendedor.
– decía empujando levemente a Hyukjae hacia delante para que se acercara. El
pelirrojo lo hizo, agachándose frente al cuerpo dormido para mirarlo de cerca.
Si
tenía esas marcas rojas, pero su piel estaba intacta. Se notaba que no había
sido maltratado por nadie, aun. Lo rodeo colocándose frente a él, agachándose
nuevamente. Aparto algunos mechones de pelo de su rostro para observarlo mejor.
El pequeño se quejo dormido dándose vuelta, quedando de espalda, revelando aun
mas de su cuerpo desnudo. Hyukjae no pudo evitar sonreír al ver esa piel ligeramente
tostada y tan inmaculada. Levanto su vista para mirar a su padre que asentía
encantado. Sora estaba a su lado observando todo y Siwon unos pasos más atrás
también estaba atento a lo que sucedía.
-
Como
se llama? – pregunto Hyukjae pasando una mano por el torso del castaño notando
como este se estremecía al contacto con sus fríos dedos.
-
Donghae
– informo su padre – y es como sospechas. Por eso te lo compre. Sé que harás un
buen trabajo con él. – Hyukjae miró a su padre sorprendido, para luego volver
su vista al pequeño que seguía dormido.
-
Así
que eres virgen – susurro sonriendo. – eso significa que eres un pequeño
rebelde – se puso de pie y camino hasta una pared en donde estaban todos los
implementos de castigo y juego. Saco una varilla de madera que al final tenía
en la punta una larga tira de cuero enrollada. Era como un látigo, pero de los
suaves. La número 5 en su lista. Volvió hasta donde estaba su padre y Sora con
una gran sonrisa.
-
Si
no te gusta, puedo devolverlo – dice su padre sonriéndole de vuelta – vamos,
dejemos a tu hermano solo con su regalo para que lo inspeccione – toma a Sora
de la cintura para que camine junto a él hacia la puerta, dejando solo a
Hyukjae en el cuarto. Siwon se quedo cerca de la puerta sin moverse.
El
pelirrojo se acerco de nuevo al chico dormido pensando en cómo despertarlo de
buena forma. Era su primera vez después de todo. Era un beta en entrenamiento
que necesitaba eso, ser entrenado. Y Hyukjae sabía como hacerlo.
Desenrollo
el látigo de un solo movimiento, haciendo que este sonara con fuerza. Vio como
el pequeño daba un pequeño salto, abriendo los ojos asustado. Sabía que eso
resultaría, ya que había sido azotado antes con una correa de cuero. Ese sonido
jamás se olvidaba.
Sonrió
mas ampliamente al ver que este se fijaba en él estudiándolo de pies a cabeza.
Se veía más llamativo así, despierto y mirándolo asustado. Esa era una buena
señal. Sabia cual era su rango y quien era el amo.
Fin
capo 1
4 comentarios:
Waaah ME ENCANTA Eunhyuk aquí!! Continualo please!!!! TT^TT siempre me carcomerá la curiosidad [ ya se soy bien pervertida :3 ] espero lo continues por lo que más quieras.. neh?? <3
Holaaa hehe por cierto soy yo @Osi_Sj [waaah tengo diferentes nickname para cada cosa no me pongo de acuerdo hahaha xDD]... tu ahora declarada Fan!!!<3
waaaaa porfavor diguela, me encanta, soy una cochina pervertida pro es que la historia es tan buena y llamtiva!!
esperare la conti
wwwwwwaaaaaaaaa me encanta por fa continua lo ya quiero ver como sigue!!
Publicar un comentario